La consagración
Tras una cuestación popular que logró reunir los fondos para su construcción, el monumento al Sagrado Corazón de Jesús fue inaugurado por el rey Alfonso XIII el 30 de mayo de 1919, en el Cerro de los Ángeles, cerro testigo considerado entonces centro geográfico de España. La obra fue realizada por el arquitecto Carlos Maura Nadal y el escultor Aniceto Marinas y García. El monumento contaba con un grupo escultórico a cada lado: uno representaba a la «Humanidad santificada» y el otro a la «Humanidad que tiende a santificarse». En el centro se situaba la imagen de Jesús con la inscripción “Reino en España”. El monumento tenía 28 metros de altura, 31,5 metros de ancho y 16 metros de fondo.
La inauguración revistió una gran solemnidad, según recogen las crónicas de la época: “Dan la nota de color al cuadro los hábitos morados de los 18 obispos reunidos de un lado; del otro, los uniformes de los ministros, de los Grandes de España que dan carácter oficial al acto” (ABC, 31 mayo 1919). Pero esta inauguración estaba unida a un hecho no menos trascendental: la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, haciendo realidad la profecía de Bernardo de Hoyos casi dos siglos atrás.
El rey fue el encargado de leer la fórmula de consagración, en la que se afirmaba: “Desde estas alturas que para Vos hemos escogido, como símbolo del deseo que nos anima de que presidáis todas nuestras empresas, bendecid a los pobres, a los obreros, a los proletarios todos para que en la pacifica armonía de todas las clases sociales, encuentren justicia y caridad que haga más suave su vida, más llevadero su trabajo… Bendecidnos a todos los que aquí reunidos en la cordialidad de unos mismos santos amores de la Religión y de la Patria, queremos consagraros nuestra vida, pidiéndoos como premio de ella el morir en la seguridad de Vuestro Amor y en el regalado seno de Vuestro Corazón Adorable. Así sea.”




